Lo que un banquero aconsejó a un cliente que le preguntó qué hacer con sus ahorros

Un conocido mío que ronda la edad de la jubilación obtuvo recientemente 115.000 euros netos por la venta de su piso, tras liquidar la hipoteca. Entonces fue a ver al director de su sucursal bancaria, al que conoce desde hace décadas, y le preguntó qué le aconsejaba hacer con sus ahorros.

– Gásteselos – fue la respuesta del director.

La reacción del banquero, inmediata y sincera, estuvo motivada por la especial relación de confianza que le une con este cliente, y se olvidó por un momento de sus intereses profesionales.

Obviamente, a continuación matizó su respuesta pero esa única palabra, ese «gásteselos», fue temendamente significativa.

En primer lugar, nos dice que los bancos obtienen muy poco margen con los ahorros de sus clientes debido a unos tipos de interés cercanos a cero. De hecho, no saben qué hacer con el dinero porque no hay suficiente demanda solvente de crédito. Ganan más si el dinero circula por la economía, o sea si la gente se lo gasta, que si está depositado en el banco. El dinero que circula genera comisiones por uso de tarjetas de crédito, transferencias y servicios a clientes comerciales, actividades que además de generar ingresos recurrentes no están sujetas al mismo riesgo crediticio que los préstamos. Por otro lado, a un banquero casi le da vergüenza ofrecer un 0,25% anual de rendimiento a sus clientes.

En segundo lugar, ese «gásteselos» nos recuerda la estrategia que están siguiendo los bancos centrales para ayudar a que los gobiernos vayan menguando poco a poco sus montañas de deuda: reducir el poder adquisitivo del dinero. En otras palabras, mantener tipos de interés por debajo de la inflación. No está sucediendo todavía exactamente así, pues en general el tipo de interés todavía está por encima de la inflación (que en algunos países, como España, incluso es negativa). Pero el objetivo es ayudar a las administraciones públicas a devolver menos de lo que les han prestado los ahorradores (cuando un ahorrador compra un título de deuda pública, en realidad está prestando dinero al Estado).

Así que si uno no se gasta su dinero y no logra un rendimiento que sea al menos igual a la inflación, el dinero va a valer cada vez menos. Lo que el director de la sucursal estaba diciendo era esto: su dinero vale más hoy que mañana, así que es mejor que se lo gaste.

La respuesta del banquero contenía mucho de análisis económico pero poco de consejo práctico. Está claro que el ahorro no se puede gastar aunque el dinero se deprecie. En realidad, la solución en este caso no es gastarse los ahorros sino, al contrario, gastar menos de lo que uno que podría permitirse, con objeto de compensar la previsible pérdida de poder adquisitivo. Pero esa es la solución que, en el fondo, menos interesa a los bancos y que, desde luego, menos interesa a los gobiernos. Estos necesitan que haya consumo para generar crecimiento económico y sobre todo para recaudar impuestos. ¿Qué impuestos van a cobrar sobre unos rendimientos del ahorro casi nulos?

 

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