Bolsa americana 8 – Bolsa europea 3

Desde 2008, el año de la crisis financiera, la bolsa estadounidense se ha revalorizado más del doble que la de la zona euro, concretamente 2,5 veces más. El 24 de agosto de 2018, el índice más seguido de la zona euro todavía estaba un 22,1% por debajo de su valor de finales de 2007. El Dow Jones Industrials, en cambio, subía un 94,4%.

En estos últimos once años (2018 hasta el 24 de agosto), la bolsa americana lo ha hecho mejor que la europea en ocho años. En los siete años transcurridos desde 2013, la bolsa de la eurozona solo ha superado a la estadounidense en 2015.

Si incluimos dividendos, el Eurostoxx arroja un saldo positivo de un 1,80% anual entre diciembre de 2007 y el 24 de agosto de 2018. El Dow Jones presenta una rentabilidad del 9,27% anual en el mismo período.

La diferencia en términos acumulados es menor que si solo se consideran plusvalías, ya que el rendimiento por dividendo de la bolsa europea ha sido superior (4,12% de media anual vs. 2,83%).

A esto hay que añadirle la revalorización del dólar, pues el euro ha caído de 1,472 dólares al cierre de 2007 a los 1,16 dólares actuales. Esto implica una apreciación de la divisa americana de un 27%, un 2,25% anualizado. Por tanto, la rentabilidad en euros del índice Dow Jones Industrials ha sido del 11,52% anual en el período considerado, casi diez puntos anuales por encima del Eurostoxx.

Recientemente, analistas de JP Morgan señalaron que el desacoplamiento de los últimos doce meses de los mercados bursátiles mundiales respecto al estadounidense no tiene precedentes en la historia. Predicen que en lo que queda de año, o bien la bolsa americana caerá o bien las bolsas internacionales recuperarán parte del terreno perdido.

¿Nos aguará la fiesta la bolsa de Nueva York?

El IBEX 35 empezó 2018 con buenas perspectivas y el 26 de enero llegó a acumular una plusvalía del 5,5%. Sin embargo, los buenos datos de empleo en Estados Unidos, así como la subida de los salarios en dicho país al mayor ritmo en nueve años, han reactivado el temor a que sigan subiendo los tipos de interés a lo largo de este año. Al igual que la contrapartida positiva de una recesión es una caída de los tipos de interés, la contrapartida negativa del crecimiento económico es un alza de los mismos.

Los recortes de impuestos de la Administración Trump, que en un principio fueron vistos como positivos para la bolsa, se han girado en contra, ya que en un contexto de crecimiento económico consolidado una política fiscal expansiva (bajada de impuestos, aumento del déficit público) debe combinarse con una política monetaria restrictiva (retirada de los programas de compra de activos financieros por parte del banco central, subida de tipos) para evitar que se dispare la inflación.

Estados Unidos fue el primer país en entrar en la llamada Gran Recesión en 2007, el primero en salir de ella y el primero también en aplicar una política monetaria restrictiva que marcará el camino a otros bancos centrales, en particular el Banco Central Europeo, de aquí la preocupación que sobrevuela las bolsas europeas.

El rendimiento anual del bono a 10 años americano empezó a subir a partir de julio de 2016, cuando llegó al 1,36%, mientras que el 2 de febrero alcanzó el 2,84%. El bund alemán a 10 años tenía rendimiento anual negativo del 0,19% en julio de 2016 mientras que ahora renta el 0,77%. El rendimiento anual bono español a 10 años alcanzó su mínimo en septiembre de 2006 en un 0,88% anual, en marzo de 2017 subió al 1,88% y actualmente todavía está por debajo de ese nivel, en el 1,47%.

Un aumento de los tipos de interés se considera negativo por una doble razón: las activos financieros compiten entre sí por captar el ahorro y cuando los títulos de renta fija, que son percibidos como de menor riesgo, se vuelven más rentables, baja el precio que los inversores están dispuestos a pagar por las acciones. Por otro lado, aumentan los costes financieros de las empresas, principalmente de aquellas más endeudadas.

Esto es así en teoría. Como dice Hugo Ferrer en su artículo Ver más caídas a partir del lunes es muy probable. Y que sea una oportunidad de compra también es probable, esta tesis supone que todos los demás factores que influyen en la bolsa no varían (lo que en economía se conoce como cláusula ceteris paribus, o sea “todo lo demás igual“). Las bolsas no solo evolucionan en función del rendimiento de los bonos sino de otras circunstancias, como los beneficios empresariales, la inflación, las expectativas… Por tanto, en los próximos meses lo que determinará la marcha de las bolsas será el signo del balance de todos estos factores.

Se esperaba desde hacía tiempo una corrección en la bolsa estadounidense, pues desde junio de 2016 no había sufrido un retroceso de más del 5%, algo que no ocurría desde 1929. La corrección actual del S&P 500, principal índice de la bolsa americana, desde el máximo del 26 de enero es del 3,85%, por lo que no debería extrañarnos que la tendencia se agudizara en las próximas sesiones.

Jeremy Siegel, autor del éxito Stocks for the long run (Acciones para el largo plazo), ha sido alcista en la bolsa estadounidense en los últimos años a pesar de las continuas alertas de sobrevaloración por parte de muchos expertos, por lo que su visión del mercado ha sido acertada. Ahora cree que el mercado podría sufrir una corrección del 10% porque tendrá que asimilar la práctica seguridad de que la Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos, suba el tipo de interés oficial en varias ocasiones en 2018, que serán cuatro según el profesor de la Wharton Business School, del 1,25% actual al 2%. En diciembre pronosticó un 2018 con ganancias moderadas de hasta el 10% como máximo.

¿Un comportamiento plano o una ligera caída de los índices estadounidenses será negativo para las bolsas europeas, y la española en particular, en el conjunto de 2018? No necesariamente. El cuadro siguiente indica la rentabilidad con dividendos del índice Dow Jones Industrials y del Indice General de la Bolsa de Madrid (IGBM) en los últimos 30 años. Vemos que en 13 años la bolsa española fue más rentable que la americana y que en 2004 y 2005 el Dow Jones tuvo una rentabilidad de entre el 2% y el 5% mientras que en ambos años el IGBM ganó entre el 23% y el 25%.

Invertir a largo plazo y la importancia de los dividendos: el Dow Jones entre 1965 y 2014

Este artículo salió publicado originariamente en inBestia con el título Un inversor en bolsa a largo plazo no se queda sin cobrar ningún año.

El Dow Jones Industrials, conocido también como Dow Jones 30, es el índice más seguido del mundo. Está formado por 30 de las mayores empresas de Estados Unidos y a pesar de su nombre también incluye algunas entidades financieras.

Uno de los grandes temores de los accionistas es que sus empresas pierdan dinero y que por este motivo tengan que suprimir el dividendo. Esto ocurre de vez en cuando pero una cartera suficientemente diversificada prácticamente elimina ese riesgo.

En el gráfico siguiente he indicado los dividendos y el beneficio por acción (expresados en función del valor del Dow Jones) en el período 1965-2014. Los dividendos son las columnas en verde oscuro y los beneficios por acción las columnas en verde claro. Se puede apreciar cómo en algunos años los beneficios desaparecen mientras que destaca la evolución escalonada de los dividendos.

Dow1965-2014c

En 1982 los beneficios de las empresas del Dow Jones cayeron un 92%, los dividendos solo un 4%. En 1991 pasó algo parecido: los beneficios disminuyeron un 71% mientras que las remuneraciones a los accionistas bajaron un 8%. El tercer peor año para las grandes corporaciones americanas fue 2007, con una reducción de beneficios del 72%, pero ese mismo año los dividendos aumentaron un 12% y al siguiente un 6%.

Desde 1961 hasta 2014 (54 años), los beneficios de las empresas del Dow Jones han caído respecto al año anterior en 17 ocasiones mientras que los dividendos solo lo han hecho en 9 años. Solo en 2009 la reducción fue superior al 10%, concretamente de un 12%.

Pongamos que en diciembre de 1984 alguien hubiera comprado un fondo de inversión cuya composición hubiera sido la misma que la del índice Dow Jones. En los 30 años siguientes habría asistido al crac de 1987, a la crisis de 1990 con la invasión de Kuwait, al desplome de 1998 como consecuencia de la crisis asiática y la suspensión de pagos de Rusia, al estallido de la burbuja tecnológica, a la larga serie de escándalos contables y a los atentados del 11-S en 2000-2002 y a la crisis financiera de 2007-2009.

En el gráfico siguiente he reexpresado la serie de los dividendos para que tenga el mismo valor de partida que el Dow Jones en 1965. Además, he usado una escala proporcional para que los cambios se vean más reales. Puede observarse la línea de crecimiento casi continuo de los dividendos que cruza la volátil línea que representa al índice.

Dow 1965-2014b2

En las últimas tres décadas solo habría visto disminuir su renta vía dividendos en 1991 (un 8%), en 1992 (un 1%) y en 2009 (un 12%). A pesar de toda la volatilidad, este inversor habría obtenido una renta con muy pocos altibajos y casi siempre creciente. Su renta habría aumentado un 6,4% anual en términos nominales y un 3,7% anual en términos reales (pues la inflación media en este período fue del 3,7% anual).

Si uno es capaz de dejar a un lado las oscilaciones del mercado, valorará su capital por lo que este es capaz de darle y no por el precio que el mercado dé a sus acciones. Al igual que el hecho de que una casa aumente o baje de precio no proporciona más o menos cobijo y comodidad, el hecho de que unas acciones suban o bajen no afecta a la renta que nos proporcionan.

 

 

 

¿Qué bolsa ha sido más rentable en los últimos años, la alemana, la estadounidense o… la española?

Todo va a depender de a qué nos referimos cuando decimos “en los últimos años”. Así que voy a contestar esta pregunta a partir de tres períodos diferentes: de 2008 a 2012 (5 años), de 2001 a 2012 (12 años) y de 1991 a 2012 (22 años) y voy a examinar la rentabilidad del Dow Jones Industrials de la bolsa de Nueva York, del DAX alemán y del índice general de la Bolsa de Madrid (IGBM) en dichos períodos. El Dow Jones Industrials reúne 30 de las mayores corporaciones de Estados Unidos pero no todas ellas (por ejemplo, Apple no forma parte de este índice) y a pesar de su nombre no sólo incluye empresas industriales sino también de servicios e incluso entidades financieras. El DAX también está compuesto por 30 valores e incorpora las empresas más representativas del mercado alemán. El IGBM contiene un número variable de sociedades, actualmente 112. Para calcular la rentabilidad del Dow Jones he añadido el rendimiento por dividendo. En el caso del índice de la bolsa española, he tomado el indice total de la Bolsa de Madrid, que incorpora los dividendos. El DAX alemán ya lleva incorporado los dividendos, de modo que no ha sido necesario ningún ajuste.

Como se puede suponer, la bolsa española sale claramente perdedora en el primero de estos períodos (2008-2012), que ha estado dominado por dos crisis sucesivas, la financiera (2008-2009) y la del euro (2010-2012), aunque ambas se han desarrollado en realidad de forma parelela.

Bolsa de Madrid -7,28% anual

Bolsa de Francfort -1,15% anual

Bolsa de Nueva York 1,16% anual

Si tomamos un período más amplio, el que va de 2001 a 2012, tenemos los siguientes resultados:

Bolsa de Madrid 4,30% anual

Bolsa de Francfort 1,41% anual

Bolsa de Nueva York 4,49% anual

 Así, en los últimos 12 años, la bolsa americana y la española dieron una rentabilidad similar y superior a la alemana. Esto se debe principalmente a que el DAX tuvo una pérdida acumulada del 55% entre principios de 2001 y finales del 2002 mientras que la bolsa española perdió un 23% en esos dos años y el Dow Jones, un 19,5%.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que en diciembre de 2000, el euro cotizaba a 0,9305 dólares mientras que al cierre de 2012 lo hacía a 1,32 dólares, es decir, el dólar se depreció casi un 30% en este período, lo que supone una caida media del 2,87% anual. De este modo, un inversor residente en España que invirtiera en la bolsa de Nueva York al final de 2000 habría obtenido una rentabilidad media del 4,49% en dólares pero a esto le tendría que haber restado la depreciación del dólar, por lo que su rentabilidad en euros habría sido del 1,62% anual, inferior a la que habría obtenido de invertir en bolsa española.

Si ahora consideramos un período más extenso, de 1991 a 2012 (22 años), obtenemos los siguientes resultados:

 Bolsa de Madrid 10,49% anual

Bolsa de Francfort 8,01% anual

Bolsa de Nueva York 10,58% anual

 De 1991 hasta la adopción del euro, el marco alemán se apreció un 35,8% frente a la peseta española. Esto representa una media del 1,40% anual en todo el período de 22 años, de modo que para un inversor residente en España, la bolsa alemana habría generado una rentabilidad media aproximada del 9,4% anual.

En cuanto al dólar, al final de 1990 valía 103,91 pesetas mientras que al final de 2012 valía 1,32 euros. Puesto que el tipo de cambio entre el euro y la peseta quedó fijado en 166,386 pesetas, al final de 2012 el dólar valía el equivalente de 126,05 pesetas. Es decir, el dólar se apreció un 21,3% en términos equivalentes frente al valor que tenía en España hace 22 años. Esto supone una apreciación media del 0,88% en este período. Así, a la rentabilidad en dólares de la bolsa de Nueva York, que fue del 10,58% anual, habría que sumarle la apreciación del dólar, de modo que la rentabilidad en moneda local para un residente español habría sido del 11,46% anual. En definitiva, entre 1991 y 2012, la bolsa más rentable, de entre las consideradas, para un inversor residente en España habría sido la estadounidense.