Qué se puede predecir en la bolsa

En marzo de 2015 publiqué una serie de rankings de las empresas no financieras que entonces formaban parte del IBEX-35. Se trata ahora de revisar cuál ha sido la rentabilidad bursátil de esas empresas desde el 31 de marzo de 2015 en función del ranking que ocupaban entonces.

Desde aquella fecha, han salido Abengoa, BME y Jazztel y han entrado Acerinox, Aena y Merlín Properties. No se ha incluido Jazztel, que tenía un ranking de 3,07, ya que estaba al final del proceso de la OPA. Abandonó el IBEX en junio de 2015 con una rentabilidad del 2,29% desde el 31 de marzo.

Del 31 de marzo de 2015 al 26 de febrero de 2016, el IBEX-35 con dividendos ha perdido un 24,81%. En el mismo período, la rentabilidad media con dividendos de las 26 empresas no financieras que entonces componían el índice ha sido negativa en un 20,90%.

Si dividimos esas 26 empresas según el valor de su ranking global en cinco tramos de cinco valores cada uno (salvo el quinto, que consta de seis valores), vemos que el primer grupo (el 5A en la tabla) perdió un 8,10% de media. Los dos siguientes perdieron un 15,91% y un 13,83% respectivamente. Finalmente, los dos últimos tuvieron una rentabilidad negativa del 23,74% y del 39,25% respectivamente.

Se observa, pues, cierta relación entre el ranking de los valores en marzo, es decir, poco después de que todas las empresas hubieran publicado sus estados financieros anuales, y su rentabilidad posterior. Ello desmiente la idea de que la bolsa sea un “casino“ donde todo es impredecible.

Sin embargo, se da la circunstancia de que el valor que contaba con mejores fundamentales según los criterios utilizados ha sido uno de los que peor se ha comportado: DIA. Las causas del deterioro del valor tienen que ver con la poca claridad de la evolución de sus resultados y, quizá más importante, con el aumento de los problemas legales a que se enfrenta debido a las numerosas demandas que ha recibido de franquiciados.

En cambio, entre los valores peor clasificados encontramos a Acciona y Ferrovial, mientras que han tenido un comportamiento relativo mucho mejor que el del IBEX. En ambos casos, los criterios no han sido útiles para valorar los fundamentales de la empresa.

El principal inconveniente de estos rankings es que solo se actualizan una vez al año, por lo que no recogen información relevante que pueda haberse producido a lo largo de los meses siguientes. Por otro lado, no incluye otros ratios significativos. Aún así, vemos que en general podemos predecir que las empresas con balances y resultados sólidos evolucionarán mejor en bolsa que las empresas con malos fundamentales. Ciertamente, siempre hay una serie de factores impredecibles que afectan al mercado en general y a las empresas en particular, pero esos elementos aleatorios, si bien pueden alterar las relaciones de causa-efecto, carecen de la fuerza suficiente como para anular esas relaciones.

En definitiva, no podemos predecir que vamos a ganar pero sí, al menos, que lo vamos a hacer mejor que el mercado.  

Rankings

Los criterios utilizados para elaborar los rankings fueron los siguientes:

Solvencia

Solvencia basada en la proporción que suponen los gastos financieros netos sobre el beneficio operativo. Se considera tanto el beneficio operativo total como el recurrente. A mayor puntuación, mayor solvencia.

Rentabilidad
En base a la diferencia entre la ROCE (rentabilidad sobre el capital empleado) y el coste de la deuda. A mayor puntuación, mayor rentabilidad.

Crecimiento
Aumento del beneficio por acción en los últimos 3 a 5 años. A mayor puntuación, mayor crecimiento del beneficio por acción.

Valoración
En base al PER (relación precio-beneficio). Se considera tanto el PER total como el PER recurrente.  A diferencia de las tres categorías anteriores, la puntuación depende de la posición de cada empresa en relación a las demás empresas del IBEX. A mayor puntuación, más barata está la acción en términos relativos, aunque es aconsejable comparar este dato con el crecimiento del beneficio por acción.

Estabilidad
En base a la variabilidad intertrimestral de la cotización en bolsa. Al igual que en la categoría anterior, la puntuación depende de la posición relativa de cada empresa. A mayor puntuación, menor volatilidad de la acción en términos comparativos.

El ranking global es la puntuación media teniendo en cuenta los cinco apartados anteriores.

A continuación se reproduce como ejemplo el gráfico de Abertis como fue publicado en marzo de 2015.

El gráfico de Abertis en marzo de 2015
El gráfico de Abertis en marzo de 2015

 

 

 

 

¿Hay que preocuparse por la catástrofe anunciada por Soros?

George_Soros_47th_Munich_Security_Conference_2011_cropEl inversor estadounidense de origen húngaro George Soros es el gurú financiero por excelencia, y ante cada uno de sus catastrofistas vaticinios no son pocos los inversores que se echan a temblar.

Sin embargo, el anuncio de grandes catástrofes no siempre debe ser tomado en sentido literal, sino más bien como una seria advertencia por parte de personas que saben que tienen capacidad para influir en la toma de decisiones de políticos y banqueros centrales. A menudo, los vaticinios de calamidades sirven precisamente para evitar que estas se produzcan o sean menos graves, por lo que, al menos en parte, deberíamos sentirnos aliviados al escucharlos.

En enero de 2012, Soros dijo que la crisis del euro era «más grave y mucho más peligrosa que la crisis de 2008». Afortunadamente, la situación pudo ser reconducida, en buena parte gracias a la habilidad del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi.

Ahora Soros dice que la crisis actual se parece a la de 2008“ y alerta a los inversores de los efectos que puede tener la continua depreciación del yuan chino sobre las divisas de otros países emergentes, que podrían entrar en una perniciosa guerra de devaluaciones competitivas, algo que, dicho sea de paso, también nos trae a la memoria las turbulencias de 1997 y 1998. En 1997 hubo una serie de advertencias que luego se olvidaron y en 1998 la cosa fue a peor. En septiembre-octubre de 1998 las bolsas se hundieron pero luego se recuperaron de forma espectacular. Lo que les ocurre a muchos inversores en estas situaciones es que venden en el momento de la catástrofe y luego se quedan fuera. Salvo los inversores de reflejos rápidos, la mayoría gana más si aguanta el chaparrón.

Lo cierto es que la crisis de 2008 ya se ha convertido en el fantasma con el que asustar al más pintado. El 24 de diciembre de 2012, un portal de noticias publicaba: Ex analista de la CIA vaticina otra crisis mundial peor que la de 2008. Sin embargo, 2013 fue el único año relativamente plácido que hemos tenido en los mercados desde 2006 hasta hoy.

Así que nunca sabemos qué nos va a traer el vaticinio de una calamidad. Incluso saber lo que va a ocurrir puede ser contraproducente. El economista e inversor Peter Schiff predijo con años de anticipación la crisis financiera de 2007-2008. A pesar de ello, su fondo de inversión sufrió enormes pérdidas en 2008.

En un artículo de agosto de 2015 titulado ¿Y si fuera el aviso de un ciclo bajista? ya señalé que la tendencia bajista podría durar unos 9 meses contando desde agosto, lo que nos llevaría hasta mayo de 2016, de modo que lo que está ocurriendo ahora forma parte de la propia dinámica de un ciclo bajista. Pero lo importante es tener en cuenta que un ciclo bajista suele acabar cuando acaba la paciencia de los inversores, así que eso es lo último que hay que perder. Por mi parte, he decidido no hacer caso de mi propia predicción ni la de nadie y seguir con mi filosofía de acumular ventajas respecto al mercado la mayoría de los trimestres.

 

 

 

 

 

Cuando Goldman Sachs recomendaba comprar Gamesa a 27 € y las acciones cayeron a 1 €

gamesaEl 22 de septiembre de 2008, una semana después de la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers (que sería el detonante del pavoroso derrumbe bursátil que vendría a continuación) el mayor banco de inversión del mundo, Goldman Sachs, recomendaba comprar acciones de Gamesa cuando estas estaban a 27 €. 

El diario Cinco Días explicaba: “El banco de inversión cree que las acciones de Gamesa están muy infravaloradas y confían en que el anuncio de nuevos contratos sirvan de revulsivo al valor y el hecho de que la compañía vaya cumpliendo los objetivos de beneficios.“

El mismo diario añadía: “El precio objetivo del consenso de analistas de Bloomberg es de 38,68 euros, lo que supone un potencial de revalorización del 29,5% respecto a los precios actuales de cotización.“

Un mes más tarde, las acciones de la compañía eólica cayeron a 11,4 €.

Pero Goldman Sachs no hablaba por hablar. Confiaba en la empresa y en junio de 2011 (cuando las acciones estaban a 6,4 €) poseía 7,75 millones de títulos de Gamesa, un 3,15% del capital.

El 25 de julio de 2012 cerraron a 1,01 €, una caída del 97% respecto del máximo de noviembre de 2007, que fue de 35 €.

Sin embargo, la recuperación de Gamesa ha sido espectacular en los últimos años. Tras salir de pérdidas en 2013, su valor en bolsa se ha multiplicado por más de diez. Actualmente cotizan a 13,6 € y su beneficio por acción estándar de los últimos doce meses es de 0,53 €, por lo que su ratio PER es de 25,7.

Cuando decían que el oro multiplicaría su precio por cuatro

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando decían que el oro multiplicaría su precio por cuatro

oro2El 27 de enero de 2013 el diario El País publicó un artículo que se hacía eco de las previsiones de los expertos sobre el oro. Creo que vale la pena revisarlo para entender la forma cómo el contexto económico puede llevarnos a generar expectativas demasiado pesimistas o, en el caso que vamos a comentar, demasiado optimistas.

El oro había alcanzado un máximo histórico de 1.888 dólares por onza (31,1 gramos) en agosto de 2011. En el momento de la publicación del mencionado artículo, seguía cerca de máximos, a 1.650 dólares y los expertos consultados por el periodista eran unánimes en pronosticar que los precios seguirían altos. Aunque el metal precioso había caído un 12% desde los máximos, la opinión mayoritaria era que se trataba de un descanso “lógico“ tras doce años de apreciación y que “no sería un relax muy prolongado“.

Los argumentos que sustentaban las proyecciones alcistas eran los siguientes:

  • El oro sigue siendo la “divisa universal“.
  • La debilidad del dólar.
  • El inacabable debate sobre el techo de la deuda en Estados Unidos.
  • Una economía europea que no acaba de salir de la recesión.
  • Los bancos centrales occidentales han inundado los mercados de liquidez (o sea, han “imprimido dinero“).
  • La inflación puede convertirse en un problema debido al punto anterior.
  • El oro es un buen refugio en tiempos de incertidumbre.

oro1En un ambiente de optimismo, siempre hay quien cae fácilmente en la euforia, como prueba la opinión de un analista recogida en el recuadro, quien pensaba que el oro podría alcanzar los 8.000 dólares por onza “sin riesgo de burbuja“, lo que daba a entender que podría subir mucho más ya que las alzas de los activos suelen acabar en burbuja.

Para desgracia del lector, el periodista colocó esa predicción en un lugar destacado (ver recuadro de arriba). Puede que más de uno no se lo pensara dos veces y saliera disparado a comprar el metal.

En agosto de 2015 el precio de la onza de oro cayó por debajo de los 1.100 dólares.

 

Cuando Goldman Sachs recomendaba comprar Gamesa a 27 € y las acciones cayeron a 1 €

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El mago y el inversor

Un inversor conocía un mago que siempre acertaba. Así que un día le pidió una predicción acerca de alguna empresa que fuera a tener un crecimiento espectacular de sus ingresos. El mago le aseguró que la empresa X doblaría sus ingresos en los siguientes tres años. Cuando el mago hizo la predicción, X ingresaba 100 y sus costes eran de 60, de modo que sus beneficios eran de 40.

Al cabo de esos tres años, los ingresos de X se duplicaron, tal como había predicho el mago, pero los costes de la empresa se multiplicaron por 5 de forma que sus ingresos fueron de 300 y sus gastos de otros 300. Por tanto, el beneficio fue cero y las acciones de X se desplomaron.

Habiendo aprendido la lección, el inversor volvió a ver al mago y le pidió que le hablara de alguna empresa que fuera a doblar beneficios en poco tiempo. El mago le complació al decirle que la compañía Z alcanzaría esa proeza en sólo dos años. El inversor se apresuró en comprar las acciones de Z.

Habían transcurrido unos meses cuando Z compró otra compañía. En efecto, al cabo de dos años los beneficios de Z se habían duplicado porque incorporaban los beneficios de la nueva filial. Pero Z tuvo que hacer una macroampliación de capital para absorber la empresa adquirida y el número de sus acciones se multiplicó por 2,5, de forma que su beneficio por acción cayó un 20%. El mercado penalizó la pesada digestión de Z y el precio de las acciones se derrumbó.

El inversor tenía claro ahora que lo importante no era el volumen de ingresos ni el de beneficios sino el beneficio por acción ya que esto era lo que realmente le interesaba al accionista. Entonces le pidió al mago que le predijera qué empresa del mercado iba a tener el mayor crecimiento en su beneficio por acción. El mago le dijo que ABY destacaba sin duda por encima de todas las demás y le anticipó que doblaría su beneficio por acción en tres años.

El inversor compró tantas acciones de ABY como pudo a un precio de 200 euros. Nunca había realizado una apuesta tan decidida. En ese momento, el beneficio por acción de la empresa era de 5 euros.

En efecto, al cabo de tres años el beneficio por acción de ABY se multiplicó por dos, a 10 euros. Pero el precio cayó a 100 euros, un 50%. ¿Por qué? ¿Qué había pasado?

El inversor compró las acciones a 200 euros cuando el beneficio por acción era de 5 euros. Es decir, la proporción entre ambas variables era de 40. En otras palabras, había pagado 40 veces el beneficio por acción de ABY. En bolsa esta proporción se conoce con el nombre de relación precio-beneficio o PER (del inglés Price-Earnings Ratio). Pero en tres años las cosas pueden cambiar mucho y ABY dejó de ser una empresa de alto crecimiento para convertirse en una empresa de resultados sólidos per con un crecimiento más lento. El mercado dejó de valorar las expectativas futuras de ABY como lo había hecho años atrás y sólo estaba dispuesto a pagar 10 veces el beneficio por acción. Por eso, el precio fue de 100 euros.

El inversor llegó a la conclusión de que debía pedirle al mago que adivinara qué PER tendrían las acciones en el futuro. Pero también comprendió que ese dato no servía de nada si no sabía además el beneficio por acción de cada compañía. Cuando fue a ver al mago, este le avisó de que no podía predecir dos variables al mismo tiempo. Finalmente, el inversor, después de haber perdido casi todo su dinero en apuestas seguras, comprendió que nunca podría comprar un valor «con futuro».