Los beneficios del Banco Santander de los últimos diez años han sido ficticios

Entre los años 2007 y 2016, el Banco Santander ha declarado beneficios netos atribuidos de más de 55.000 millones de euros y ha captado 16.000 millones de euros en el mercado a través de ampliaciones de capital, como se indica en la tabla siguiente.

Sin embargo, hay algo que no cuadra. Como puede verse en el siguiente cuadro, 100 euros invertidos en acciones del banco a finales de 2006 solo valían 79,27 € al final de 2016 con reinversión de dividendos y derechos procedentes de las ampliaciones de capital, tanto de las liberadas como de la realizada con prima de emisión en 2008. ¿Cómo puede ser que un banco que ha ganado 55.000 millones de euros en diez años haya causado péridas del 20% a sus accionistas?

Si consideramos que siempre se hubiese solicitado el pago en efectivo del dividendo en los programas Dividendo Elección, que el impuesto hubiese sido del 20% sobre los dividendos y del 0% sobre los derechos de suscripción de 2008, la rentabilidad acumulada habría sido negativa en un 31% (ver tabla siguiente).

En primer lugar, veamos cómo ha evolucionado el patrimonio neto de la entidad. El patrimonio neto del Santander está compuesto en parte por instrumentos financieros híbridos que en realidad son un pasivo pero cuya baja exigibilidad los hace asimilables a las acciones ordinarias, como las acciones preferentes, la deuda perpetua o las provisiones genéricas. Pero no voy a entrar en esto.

El Banco Santander ha pagado un total de 24.649 millones de euros en dividendos en efectivo. Esta cantidad incluye los dividendos pagados enteramente en efectivo, así como la porción de los dividendos opcionales bajo los programas Dividendo Elección que los accionistas solicitaron recibir en efectivo.  El cuadro siguiente indica el importe de los dividendos en efectivo pagados por el banco según se recoge en los estados financieros remitidos a la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Como los importes que figuran en dichos estados financieros hacen referencia al año natural mientras que una parte de los dividendos pagados en un ejercicio corresponden al ejercicio anterior, la primera columna está expresada en bienios, excepto en 2007, año en que solo he tenido en cuenta los dividendos que efectivamente correspondieron a ese ejercicio.

Esto significa que si los beneficios totales de los ejericios 2007 a 2016 han sido de 55.716 millones de euros y los dividendos en efectivo pagados a cargo de esos mismos ejercicios fueron de 24.649 millones de euros, los beneficios no distribuidos fueron de 31.067 millones de euros. Si sumamos esta cantidad al patrimonio neto de 2006, que fue de 44.851 millones de euros, y el capital suscrito en este período, que fue de 15.997 millones de euros, la suma total es de 91.916 millones de euros. El patrimonio neto efectivo de 2016 fue inferior en 977 millones de euros, lo cual se debería a ajustes negativos de valoración.

Hasta aquí, todo parece más o menos normal. El problema está en que el número de acciones, el papel, ha crecido más que el patrimonio y que los beneficios.

Hemos visto que en el período indicado, el patrimonio neto ha pasado de 44.851 millones de euros a 90.939 millones de euros, o sea se ha duplicado. No obstante, el valor contable, que es el patrimonio neto por acción, y que es lo que interesa al accionista, ha caído de 7,17 € a 6,24 €. En junio de 2017, tras la compra del Banco Popular, el valor contable era de 5,53 € pero me voy a centrar en el período acabado en 2016.

Desde el año 2008, el Banco Santander ha creado 8.328 millones de acciones hasta diciembre de 2016 (casi 10,000 millones hasta junio de 2017), de modo que el número de acciones del capital social ha pasado de 6.254 millones al final de 2006 a 14.582 millones al final de 2016. La creación de papel se ha multiplicado por 2,3 mientras que el patrimonio neto atribuido a los accionistas del Santander solo lo ha hecho por 2.

El efecto del aumento del número de acciones es mucho más notable en el beneficio por acción. El beneficio neto atribuido fue de 6.204 millones de euros en 2016, un 31% por debajo de los 9.060 millones de 2006. Sin embargo, el benefico por acción, la magnitud relevante para el accionista, ha caído de 1,21 € a 0,41 €, un 66%.

Desde el punto de vista de la entidad, el patrimonio neto se ha doblado pero el accionista ha visto cómo se ha reducido el valor contable de su acción un 13%, el beneficio por acción un 66% y que su rentabilidad ha sido negativa en un 21%.

La cuestión es que el aumento del número de acciones ha permitido dibujar un escenario incoherente con la realidad de los hechos.

Imaginemos una situación en la que el banco no hubiera generado reservas en todo el período pero que el aumento del número de acciones no hubiese tenido un efecto dilutivo sobre el valor contable. En tal caso, el patrimonio neto (antes del nuevo capital suscrito) hubiera sido de 104.574 millones de euros. Si a esto le sumamos el capital suscrito en este período, que fue de 15.997 millones de euros, el patrimonio neto habria alcanzado la suma de 120.571 millones de euros. Pero el patrimonio neto efectivo fue de 90.939 millones de euros, una diferencia de 29.632 millones. En tanto que en ese período, la entidad repartió 24.649 millones de euros en dividendos en efectivo, el saldo sería un resultado negativo acumulado de 4.983 millones de euros.

Podemos llegar a un resultado similar aislando el efecto del aumento del número de acciones.

Supongamos que el Santander no hubiese llevado a cabo ninguna ampliación de capital entre 2006 y 2016. y que en diciembre de 2016 el valor contable hubiese sido de 6,24 €, tal como fue. Ese mismo escenario se hubiera producido si el patrimonio neto en diciembre de 2016 hubiese sido de 39.003 millones de euros, 5.848 millones de euros inferior al de diciembre de 2006. Esta pérdida de valor hubiera podido haberse debido a depreciaciones de activos o a resultados negativos.

No obstante, en ambas situaciones descritas la rentabilidad de las acciones hubiese sido aún peor de lo que ha sido, pues la entidad habría declarado pérdidas, no habría generado expectativas de crecimiento y no habría habido dividendos (lo único que ha permitido compensar en parte la caída del precio).

Pero imaginemos que el Banco Santander no hubiese hecho ampliación de capital alguna, que hubiese destinado todo el beneficio a pagar dividendos y que el dividendo por acción hubiese sido cada año de 0,40 €. En tal caso, las acciones habrían sido similares a las de BME (Bolsas y Mercados Españoles), empresa que ha destinado prácticamente todo el beneficio a retribuir al accionista, que ha pagado un dividendo más o menos constante a lo largo de los últimos diez años y que actualmente tiene un rendimiento por dividendo del 6,3%. Así, hubiese sido perfectamente posible que las acciones del Santander hubiesen cerrado 2016 con un rendimiento del 6,23%, o sea a un precio de 6,42 €.

En la tabla siguiente he considerado que el precio hubiese evolucionado del mismo modo que lo hizo hasta 2015 pero que en 2016 hubiese alcanzado los 6,42 €. A ese precio, la rentabilidad de las acciones habría sido la misma que la que ha sido en realidad. No obstante, el Santander solo hubisese necesitado ganar un total de 25.017 millones de euros (6.254 millones de acciones multiplicado por 0,4 por 10 años) en vez de 55.716 millones de euros. Desde el punto de vista del accionista, más de 30.000 millones de beneficios no le han aportado nada.

Si tenemos en cuenta los dividendos netos, un precio de 6,23 € al final de 2016 habría generado la misma rentabilidad neta que en el caso real.La caída del precio de las acciones del Banco Santander desde 2006 no puede atribuirse a que entonces estuvieran sobrevaloradas. A un precio de 14,14 € y un beneficio por acción de 1,21 €, el PER era de 11,7, un valor más bien bajo. La verdadera razón ha sido un aumento continuado del número de acciones que no se ha visto compensado por, como mínimo, un crecimiento similar de los recursos propios. Esta situación es la que se daría en el caso de una empresa o entidad financiera que sin recurrir a ampliaciones de capital no hubiese experimentado una variación positiva en su patrimonio neto, lo que equivale a decir que no hubiese generado reservas.

¿Cuánto vale el Banco Santander?

santanderEl Banco Santander cotiza actualmente alrededor de los 4 €, mientras que su valor contable es de 6,10 €. En teoría, esto significa que el banco cotiza un 35% por debajo de su “valor intrínseco“.

Uno de los consejos que daba Benjamin Graham en El inversor inteligente, un clásico publicado por primera vez en 1949 pero que se ha popularizado enormemente en los últimos años, era precisamente adquirir acciones cuyo precio no fuera superior a 1,2 veces su valor contable. En el caso del Santander, dicha relación es solo de 0,65. Esta circunstancia puede hacer pensar que estamos ante una excelente oportunidad de inversión.

Sin embargo, conviene ser cautelosos. Según el balance de situación de la entidad correspondiente al ejercicio 2015, los recursos propios eran de 88.040 millones de euros. Si dividimos esta cantidad por el número de acciones en que se divide el capital social del banco (14.434 millones) obtenemos un valor contable de 6,10 € (el Santander, en su informe anual, da un valor de 6,12 €).

Pero cualquiera que haya leído el informe anual de una entidad financiera habrá acabado sin saber realmente cuáles son los verdaderos recursos propios de la misma. En primer lugar, los bancos pueden contabilizar como recursos propios algunos instrumentos híbridos entre capital y deuda, como las acciones preferentes, y otros que realmente son deuda, como las obligaciones subordinadas. La razón por la cual se consideran recursos propios es que tanto los dividendos de las acciones preferentes como los intereses de la deuda subordinada solo se pagan si la entidad obtiene beneficios, de modo que en este sentido no son tan diferentes de las acciones ordinarias. Sin embargo, desde el punto de vista del accionista que debe valorar una acción, estos títulos “compiten“ con sus acciones ya que en cualquier caso el banco deberá pagar primero a los tenedores de deuda subordinada, luego a los accionistas preferentes y finalmente, si sobra algo, a los accionistas ordinarios. Sin contar a los titulares de deuda senior, claro, que tienen preferencia sobre todos los demás acreedores.

Así, en el informe anual de 2015 vemos que los recursos propios computables “phase-in“, o sea los que resultan de aplicar los criterios Basilea III, que regulan las exigencias de solvencia a los bancos, fueron de 84.346 millones de euros, pero los recursos propios computables “fully-loaded“, los que resultarían de aplicar la nueva normativa prevista para 2019, fueron de 76.205 millones de euros, lo que supondría un valor contable de 5,28 €.

Por otro lado, dichos recursos propios incluyen híbridos como los que he mencionado antes así como una provisión genérica para insolvencias, que en conjunto suman 17.500 millones de euros. Los recursos propios “reales“, lo que se denomina Common Equity Tier 1, fueron de 58.705 millones de euros. Conviene que nos fijemos en ese nombre: habla de Common Equity, o sea los recursos propios que pertenecen a los accionistas comunes, aquellos que han comprado las acciones del Santander en bolsa. Si dividimos esta última cantidad por el número de acciones, obtenemos un valor contable de 4,07 €, que es el que deben tomar como referencia los accionistas de la entidad.

Este dato coincide con la cotización de las acciones del Santander, que ahora se mueven alrededor de los 4 €. Cuando esto sucede, significa que el mercado solo valora la entidad por lo que tiene y no por lo que es capaz de hacer, es decir, por su capacidad para crear valor para el accionista. Actualmente, el beneficio por acción del banco es de 0,34 €, por debajo de la magnitud de 1998, que fue de 0,38 €. 18 años sin crear valor son muchos años.

 

 

Banco Santander: duros a tres pesetas

“Nadie da duros a cuatro pesetas“ es una antigua expresión que hoy traduciríamos por “nadie da euros a ochenta céntimos“. Sin embargo, son muchos los que dan duros a cuatro y hasta a tres pesetas (o sea, euros a sesenta céntimos). Eso es lo que vienen haciendo los que venden acciones del Banco Santander y de otras entidades financieras cotizadas en la bolsa española. Muchos de los que lo han hecho han tomado una decisión muy sensata.

precio-vcLas acciones del Banco Santander tienen actualmente un valor contable de 6,34 €, el resultado de dividir el patrimonio neto atribuible a la sociedad por el número de acciones de su capital social. Al precio al que cerraron el 8 de enero (4,04 €), los títulos valen 0,64 veces su valor contable. O sea, las acciones del Banco Santander son duros a tres pesetas.

La tabla indica las cotizaciones al 8 de enero de 2016, el valor contable (VC) a junio de 2015 de las entidades financieras cotizadas en el IBEX, así como la relación entre ambas magnitudes. Vemos que todas las entidades, salvo Bankinter, son “duros devaluados“. El caso más llamativo es del Banco Popular, que cotiza a menos de la mitad de su “valor teórico“.

Muchos inversores tienen la idea de que unas acciones que cotizan por debajo de su valor contable son una buena oportunidad de compra. Sin embargo, comprar acciones del Banco Popular a 0,80 veces su valor contable, lo que habría parecido una “ganga“, habría dado como resultado una minusvalía cercana al 50%. Incluso cuando esa proporción era de 0,60 veces, la “ganga“ se hubiera convertido en una ganga mayor todavía.

El error es creer que una sociedad vale lo que tiene cuando en realidad vale por lo que hace. El Santander es una entidad en claro declive desde el punto de vista del accionista. En 2007 obtuvo un beneficio por acción de 1,32 €. Hoy, casi 10 años después, su beneficio por acción es de 0,52 €. El banco ha crecido mucho, de forma espectacular, pero ha menguado para el accionista. Y eso es lo que valora el mercado.

Banco Santander: ¿ha sido una inversión rentable?

 

 

 

Banco Santander: ¿ha sido una inversión rentable? (actualización)

santanderA raíz de la fuerte caída del Santander a principios de 2015, un conocido me aseguró que el banco había sido uno de los peores valores de la bolsa española de los últimos 10 años. Mi impresión era que había sido menos rentable que la media pero que tampoco estaba entre los peores.

Para confirmar o desmentir impresiones, nada mejor que ponerse a calcular. Partí de enero de 1999 para examinar la trayectoria del Santander desde su fusión con el Central Hispano, por lo que el período abarcaría un total de 16 años.

Imaginemos que el 31 de diciembre de 1998 un adivino nos hubiera dicho que en 2014 los beneficios del banco se habrían multiplicado por siete. Aquel día, las acciones del Santander cotizaron a 8,475 € (teniendo en cuenta el split 1×2 de junio de 1999). Puesto que nos han dicho que el precio de las acciones tiende a subir a largo plazo en una proporción similar a la de los beneficios, habríamos pensado que en 2014 las acciones valdrían siete veces más, o sea casi 60 €. Pero hoy valen la décima parte de ese hipótetico precio.

El caso es que el adivino no nos hubiera dado información sobre un detalle: la evolución del número de acciones. En diciembre de 1998, el capital del banco estaba dividido en 2.295 millones de acciones. En septiembre de 2015 tenía 14.317 millones de títulos. Esto significa que el beneficio por acción, que es el dato que realmente le importa al accionista y no el volumen de beneficios, no ha variado mucho. En diciembre de 1998 fue de 0,38 €. En 2014 el Santander obtuvo un beneficio neto atribuido de 5.816 millones de euros, de modo que el beneficio por acción fue de 0,42 €. Es decir, el beneficio por acción del Santander solo aumentó un 10,5% en 16 años, un 0,6% anual. Contrasta claramente con el espectacular crecimiento de la entidad en volumen de activos, hasta llegar a situarse entre las mayores del mundo. La tan prometida creación de valor para el accionista no se ha hecho realidad.

En septiembre de 2015, el beneficio por acción era de 0,517 €, un 36% más que en 1998. Pero al menos el precio de las acciones debería haber subido un 36% desde 1998, ¿no? En cambio, ha caído un 40%. Otra cosa que no podía saber nuestro adivino era el estado de las expectativas en 2015. En 1998 el Santander tenía muy buenas perspectivas, y eso se traducía en el precio que los inversores estaban dispuestos a pagar por sus acciones. Entonces, por un beneficio por acción de 0,38 € pagaban 8,5 €, o sea 22 veces (es lo que se conoce como relación precio-beneficio o PER). En enero de 2015 pagaban 6 € por un beneficio por acción de 0,42 €, o sea 14 veces.  En septiembre de 2015 pagaban 5 € por un beneficio por acción de 0,517 €, unas 10 veces. En definitiva, el adivino solo habria predicho lo más llamativo pero lo más irrelevante: el volumen de los beneficios.

Lo que nos interesa ahora es saber cómo se ha comportado el Santander respecto a la media del mercado. En enero de 2015, el IBEX cotizaba a un nivel muy próximo al del cierre de 1998, que fue de 9.836 puntos. Así, mientras el IBEX al menos se había mantenido, el Santander cayó un 30% en este período. Seguramente, es lo que hacía pensar a este conocido mío que el mayor banco español había sido uno de los peores valores del mercado.

Sin embargo, debemos tener en cuenta la rentabilidad con dividendos y ampliaciones de capital, no solo la plusvalía. Muchas de las ampliaciones de capital del Santander han sido para remunerar al accionista. La macroampliación de 2008 tiró el precio por los suelos pero generó unos derechos de suscripción. Tras considerar todas las remuneraciones pagadas por el banco en este período, la rentabilidad fue del 4,93% anual de diciembre de 1998 a diciembre de 2014. En el mismo período, la rentabilidad con dividendos y ampliaciones del IBEX-35 fue del 4,26% anual. Es decir, el Santander se comportó ligeramente mejor que la media del mercado. 

Sin embargo, en lo que llevamos de 2015 (hasta el 29 de octubre) el Santander pierde un 22% con dividendos incluidos mientras que el IBEX 35 gana un 3,7% también con dividendos. Esto significa que la rentabilidad anual del Santander desde diciembre de 1998 está ahora alrededor del 3,8% anual y la del IBEX 35 en torno al 4,2% anual. Por tanto, el Santander lo ha hecho algo peor que el mercado en este período.

Desde 2010, la situación es más desfavorable para el Santander. De 2010 a 2014, el banco dio una rentabilidad negativa del 1,1% anual mientras que el IBEX generó un resultado positivo del 2,76% anual, a lo que habría que añadir el mal comportamiento relativo del banco en 2015.

Y para contestar al conocido que me planteó la cuestión, en los 10 años que van de diciembre de 2004 a diciembre de 2014, la rentabilidad del Santander fue del 5,37% anual y la del IBEX, del 6,33% anual. Algo de razón tenía, pero no tanta.

La paradoja del Santander: cae un 60% desde 2007 pero está al mismo precio que entonces

 

 

 

 

La paradoja del Santander: cae un 60% desde 2007 pero está al mismo precio que entonces

santanderEl precio en bolsa es un concepto relativo. Unas acciones que cuestan 100 € pueden estar más baratas que otras que valen 2 €. El precio absoluto no nos dice absolutamente nada.

El precio relativo no es otra cosa que la relación precio-beneficio (PER), es decir el precio en relación con el beneficio por acción. Y aún en este caso habría que comparar dicho precio relativo con otras variables, como la tasa de crecimiento de los beneficios, pero el PER nos dice realmente cuánto se está pagando por una acción.

En el año 2007 el Banco Santander batió su récord de beneficios con 9.060 millones de euros. Entonces su beneficio por acción fue de 1,32 €. Los títulos llegaron a cotizarse cerca de los 15 € en diciembre de 2007 pero el precio más frecuente en aquel entonces estaba alrededor de los 13 €. Es decir, su PER era de unas 10 veces. En otras palabras, podemos decir que su precio relativo era de 10.

En los doce meses entre septiembre de 2014 y septiembre de 2015, el banco obtuvo un beneficio neto atribuido de 7.396 millones de euros, no muy lejos del récord de 2007. Pero su beneficio por acción es ahora de 0,517 €, un 61% menos que en 2007. La razón son las continuas ampliaciones de capital que ha llevado a cabo. Al precio actual de 5 €, cotiza con un PER de 9,7 veces, prácticamente el mismo que en 2007.

Es decir, en este período su precio en términos absolutos ha caído alrededor de un 60% pero su precio relativo no ha variado.

Banco Santander: ¿ha sido una inversión rentable?

 

 

 

 

Banco Santander, ¿ha sido una inversión rentable?

santanderA raíz de la fuerte caída del Santander a principios de 2015, un conocido me aseguró que el banco había sido uno de los peores valores de la bolsa española de los últimos 10 años. Mi impresión era que había sido menos rentable que la media pero que tampoco estaba entre los peores.

Para confirmar o desmentir impresiones, nada mejor que ponerse a calcular. Partí de enero de 1999 para examinar la trayectoria del Santander desde su fusión con el Central Hispano, por lo que el período abarcaría un total de 16 años.

Imaginemos que el 31 de diciembre de 1998 un adivino nos hubiera dicho que en 2014 los beneficios del banco se habrían multiplicado por siete. Aquel día, las acciones del Santander cotizaron a 8,475 € (teniendo en cuenta el split 1×2 de junio de 1999). Puesto que nos han dicho que el precio de las acciones tiende a subir a largo plazo en una proporción similar a la de los beneficios, habríamos pensado que en 2014 las acciones valdrían siete veces más, o sea casi 60 €. Pero hoy valen la décima parte de ese hipótetico precio.

El caso es que el adivino no nos hubiera dado información sobre un detalle: la evolución del número de acciones. En diciembre de 1998, el capital del banco estaba dividido en 2.295 millones de acciones. Tras la ampliación de enero de 2015, constaba de 13.798 millones de títulos. Esto significa que el beneficio por acción, que es el dato que realmente le importa al accionista y no el volumen de beneficios, apenas ha variado. En diciembre de 1998 fue de 0,38 €. En 2014 el Santander obtuvo un beneficio neto atribuido de 5.816 millones de euros, de modo que el beneficio por acción fue de 0,42 €. Es decir, el beneficio por acción del Santander solo aumentó un 10,5% en 16 años, un 0,6% anual. Contrasta claramente con el espectacular crecimiento de la entidad en volumen de activos, hasta llegar a situarse entre las mayores del mundo. La tan prometida creación de valor para el accionista no se ha hecho realidad.

Pero al menos el precio de las acciones debería haber subido un 10% desde 1998, ¿no? En cambio, ha caído un 30%. Otra cosa que no podía saber nuestro adivino era el estado de las expectativas en 2014. En 1998 el Santander tenía muy buenas perspectivas, y eso se traducía en el precio que los inversores estaban dispuestos a pagar por sus acciones. Entonces, por un beneficio por acción de 0,38 € pagaban 8,5 €, o sea 22 veces (es lo que se conoce como relación precio-beneficio o PER). En enero de 2015 pagaban 6 € por un beneficio por acción de 0,42 €, o sea 14 veces.  En septiembre de 2015 pagaban 5 € por un beneficio por acción de 0,517 €, unas 10 veces. En definitiva, el adivino solo habria predicho lo más llamativo pero lo más irrelevante: el volumen de los beneficios.

Lo que nos interesa ahora es saber cómo se ha comportado el Santander respecto a la media del mercado. En enero de 2015, el IBEX cotizaba a un nivel muy próximo al del cierre de 1998, que fue de 9.836 puntos. Así, mientras el IBEX al menos se ha mantenido, el Santander ha caído un 30%. Seguramente, esto es lo que hace pensar a muchos que el mayor banco español ha sido uno de los peores valores del mercado.

Sin embargo, debemos tener en cuenta la rentabilidad con dividendos y ampliaciones de capital, no solo la plusvalía. Muchas de las ampliaciones de capital del Santander han sido para remunerar al accionista. La macroampliación de 2008 tiró el precio por los suelos pero generó unos derechos de suscripción. Tras considerar todas las remuneraciones pagadas por el banco en este período, la rentabilidad ha sido del 4,93% anual de diciembre de 1998 a diciembre de 2014. En el mismo período, la rentabilidad con dividendos y ampliaciones del IBEX-35 fue del 4,26% anual. Es decir, el Santander se comportó ligeramente mejor que la media del mercado.

Sin embargo, en lo que llevamos de 2015 (hasta el 29 de octubre) el Santander pierde un 22% con dividendos incluidos mientras que el IBEX 35 gana un 3,7% también con dividendos. Esto significa que la rentabilidad anual del Santander desde diciembre de 1998 está ahora alrededor del 3,8% anual y la del IBEX 35 en torno al 4,2% anual. Por tanto, el Santander lo ha hecho algo peor que el mercado en este período.

Desde 2010, la situación es más desfavorable para el Santander. De 2010 a 2014, el banco dio una rentabilidad negativa del 1,1% anual mientras que el IBEX generó un resultado positivo del 2,76% anual, a lo que habría que añadir el mal comportamiento relativo del banco en 2015.

Y para contestar al conocido que me planteó la cuestión, en los 10 años que van de diciembre de 2004 a diciembre de 2014, la rentabilidad del Santander fue del 5,37% anual y la del IBEX, del 6,33% anual. Algo de razón tenía, pero no tanta.