El inversor afortunado está dirigido a todos aquellos que no quieren probar suerte en el mundo de las inversiones sino tenerla.
En la primera parte, explico las cinco causas de la mala suerte, las cuales tienen que ver con lo que nos parece natural, lógico e incluso sensato. Y es que no se puede tener suerte haciendo “lo lógico“. Explico los problemas que nos causan todas estas actitudes.
En el apartado dedicado a la búsqueda de oportunidades, hablo del síndrome de la muerte por éxito, un extraño pero frecuente problema que afecta a inversores con una elevada tasa de aciertos pero que acaban por obtener un resultado global mediocre, como demuestro con un ejemplo.
La segunda parte, titulada Construir la suerte, trata sobre por qué el concepto de la suerte que se suele tener no contribuye en absoluto a hacernos afortunados. Es necesario empezar a ver la suerte como algo que empieza en el momento de una decisión, no como un resultado aleatorio. Esto implica pensar en términos de probabilidad de ganar, un concepto que, a diferencia del azar, depende en gran parte de nosotros mismos.
La tercera parte está dedicada a examinar las siete claves de la suerte en las inversiones. Se trata de las siguientes:
1) Aceptar la incertidumbre.
2) Diversificar.
3) Saber descartar.
4) Concentrarse en la calidad.
5) Aprovechar la incertidumbre.
6) Apostar fuerte.
7) Utilizar la fuerza de la asimetría positiva.
Aplicar únicamente las dos primeras claves nos da acceso al nivel 1 de suerte, es decir, obtener una rentabilidad media o similar a la del mercado en general, algo en teoría fácil pero que muy pocos inversores profesionales consiguen.
La tercera clave, junto con las dos primeras, nos permite alcanzar el nivel 2 de suerte, o sea obtener un resultado por encima de la media, o similar a la media pero con un riesgo inferior.
Las otras cuatro claves son las que nos llevan a lograr el nivel 3, que es una rentabilidad muy superior a la del mercado. Para ello es necesario no olvidar nunca las tres primeras claves, pues muchos inversores fracasan precisamente porque su elevado nivel de sofisticación les hace olvidar lo básico.
La cuarta parte, que lleva el título de Invertir sin estrés, contradice el extendido mito de que invertir tenga que ser una actividad que nos ponga en continua tensión. Igual que no hay que “probar suerte“, tampoco se trata de “probarse a uno mismo“.
Otro mito examinado es que es posible batir al mercado siguiendo las carteras de los mejores inversores, como demuestro al analizar diversos productos vinculados a las estrategias de los grandes gestores.
Finalmente, explico métodos sencillos pero sorprendentes que permiten a cualquier inversor obtener resultados casi tan buenos como otro que fuera omnisciente, es decir que supiera cada año si una clase determinada de activo va a subir o a bajar.
Entrevista en Sintetia
Entrevista en Empresa Activa