Por qué no es buena idea comprar bonos

Se utiliza la palabra genérica bonos para referirse a títulos que dan un interés fijo y que tienen un vencimiento superior a los dos años. Cuando compro un bono del Estado a 5 años, le estoy prestando mi dinero al gobierno a cambio de un interés fijo anual y del derecho a recuperar mi inversión incial al cabo de ese período. Actualmente hay en el mercado bonos con vencimientos de entre 2 y 30 años. Los títulos a interés fijo con vencimientos inferiores suelen llamarse letras o pagarés. También las empresas emiten bonos, normalmente con vencimientos no mayores a 10 años.

Imaginemos un inversor que dispone de 10.000 euros para invertir. En el mes de enero de 2012 decide comprar bonos del Estado con un interés del 4%. Supondremos que la inflación es también del 4%.

Tal vez haya supuesto que si el interés es del 4% y la inflación también es del 4%, el interés real será igual a cero. En tal caso, ¿es correcta su suposición?

Para contestar esta pregunta, lo mejor puede ser comparar la renta que recibe nuestro inversor con un gasto que puede efectuar gracias a dicha renta. Supondremos que en enero de 2012 tiene que afrontar un gasto de 400 euros. Espera poder cubrir ese gasto en enero de 2013 con los intereses que reciba del bono. Sin embargo, como la  inflación es del 4%, ese gasto de 400 euros se ha convertido en uno de 416 euros: tiene un déficit de 16 euros. Sin embargo, él recibe unos intereses de 400 euros, puesto que le pagan un interés del 4% sobre una inversión de 10.000 euros. Así que esos 400 euros que recibe al cabo de un año ya no valen lo mismo que valían un año antes, puesto que no le permiten cubrir un gasto que suponía un desembolso de 400 euros en enero de 2012 pero que un año más tarde le implica un desembolso de 416 euros.

Expresamos esta pérdida de valor del dinero dividiendo los 400 euros por la unidad más la inflación: 400 / 1,04, que da 384,6 euros. En otras palabras, actualizamos la renta futura teniendo en cuenta el valor del dinero en el  momento de realizar la inversión. Expresado de esta manera, el déficit es de 15,4 euros (400-384,6).

Antes he dicho que el déficit era de 16 euros. Esta se diferencia se debe a que los 16 euros de 2013 tienen,, a su vez, un valor actual en euros de 2012 de 16/1,04, que es 15,4 euros.

Entonces, podemos decir que el interés real no es del 4% sino del 3,846%. Usted había supuesto que el interés real era igual a cero. ¿Estaba usted equivocado? Espere un momento.

Veamos lo que ocurre en enero de 2014. Nuestro inversor recibe, al igual que el año anterior, 400 euros. Pero el gasto que en enero de 2012 era de 400 euros y en enero de 2013 de 416 euros, ahora es de 432,64 euros (400 x 1,04 x 1,04). Esta circunstancia la expresamos diciendo que los 400 euros recibidos en enero de 2014 tienen un valor actual de 400 dividido por (1,04)x(1,04), que da 369,82 (siendo el déficit de 369,82 – 400 =30,18 euros). Así que el interés real en 2014 resultaría ser del 3,698%.

Siguiendo de esta manera, vemos cómo el «título de renta fija» es, en realidad, un título de renta real decreciente, porque cada ingreso genera un déficit cada vez mayor respecto a los gastos, ya que la renta no aumenta y los gastos sí. En otras palabras, el poder adquisitivo de la renta es cada vez menor.

Recuerde que el primer año tiene un déficit de 15,4 euros, el segundo de 30,2 euros. Si sumamos el déficit que acumula en 5 años porque sus intereses no cubren sus gastos, la suma total es de 219,27 euros. Sin embargo, recibe 5 veces unos intereses de 400 euros, o sea 2.000 euros en total. ¿Significa eso que en realidad gana 1780,73 euros?

Todavía nos falta una cosa. ¿Qué ocurre cuando a nuestro inversor le devuelven, al cabo de 5 años, los 10.000 euros que ha invertido? Lo mismo que a los intereses: se habrán depreciado con la inflación acumulada en este tiempo. Como la inflación ha sido del 4% anual, en 5 años la inflación acumulada habrá sido del 21,66% (1,04 elevado a 5 y luego le restamos la unidad). Entonces el valor en euros de 2012 de 10.000 euros recibidos en 2017 es de 8.219,27 euros (10.000 dividido por 1,21665). Es decir, recibe un dinero que se ha depreciado en 1.780,73 euros.

Nuestro inversor ha estado recibiendo intereses fijos de 400 euros que cada vez tenían un poder adquisitivo menor, pero al menos pensaba que estaba obteniendo un rendimiento real positivo, aunque este fuera decreciente. Sin embargo, ahora se da cuenta que tiene que descontar la pérdida que le reporta el hecho de que le devuelvan un dinero depreciado.

En total, habrá recibido 2.000 euros en intereses. Pero habrá perdido 219,27 euros por la depreciación de valor de los intereses. Y también  habrá perdido 1.780,73 euros por la depreciación de valor del dinero invertido. Ambas cantidades suman exactamente 2.000 euros. En definitiva, la mayor parte, con diferencia, de su pérdida viene originada por la pérdida de poder adquisitivo de la cantidad invertida. Esta hábil jugada es uno de los grandes inventos de los gobiernos.

Así, pues, su suposición era correcta. Tal vez sólo le faltaba ser consciente de dónde procedía la mayor parte de la pérdida.

No he mencionado el hecho de que nuestro pobre inversor habrá tenido que pagar impuestos por los intereses recibidos, en definitiva por no haber ganado nada…

Hay una manera de evitar que el interés que proporcionan los bonos vayan perdiendo poder adquisitivo a lo largo del tiempo: es reinvertir esos rendimientos a una tasa de interés no inferior a la de la inflación. Sin embargo, eso significa ¡que nunca podremos disponer de esa renta! ¿Podemos considerar renta un dinero del que no podemos disponer?

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